martes, 20 de octubre de 2015

Capítulo 6: La materia blanca

Estaban rodeados, cada vez, los pasos, respiraciones, calor y humedad se acercaban más y más a los chicos. Obviamente eran personas. Pero ¿por que estaban ahí? y más que nada ¿Por que los estaban rodeando?.
  Nadie lo sabía. Pero lo que si sabían, era que no podía ser algo bueno.
  Alex tuvo que tomar una decisión para proteger a sus amigos.
  —Hay que salir de aquí— susurro Alex a sus amigos.
  —Si, ¿pero a donde?— pregunto Adán susurrando. Todos susurraban, y muy rápido. Ya que estaban bajo un peligro inminente. En cualquier momento podrían llegar a ellos.
  —No podremos escapar de ellos, sean quienes sean, saben exactamente donde estamos— dijo Adán.
  —No tenemos otro remedio mas que tratar de defendernos. Vamos al campo, allá podremos luchar con ellos con libertad— dijo Christopher.
  —Esperen, hay que proteger al doctor, el no tiene poderes ¿recuerdan? Adán, llévalo a la guarida, y luego vuelves. De paso, deja tus lentes y dinos como son los que nos rodean, pero trata de ser lo más discreto posible. Incluso te pediría que te volvieras invisible.
  —Si... no se como hacerme invisible, pero haré lo que pueda... doctor, ¿me permite?— pregunto Adán para cargar al hombre.
  Adán tenía súper fuerza, así que no tenía problema con cargar a un hombre de 75 kilos. Adán no había probado antes su fuerza, así que se sorprendió de lo fácil que pudo cargar al Dr. Marco.
  —Bien doc, le voy a tener que pedir. Que se agarre, muy, Muy, fuerte, este muchacho no tiene límite de velocidad— el doctor se aferro a Adán como un niño que era cargado por su madre. Excepto por la diferencia de que tenía mucho miedo de lo que podría pasar y de que era un adulto y no un niño.
  —Se amable conmigo ¿quieres?— le suplico el doctor nerviosamente. Adán asintió sinceramente, y se preparo para correr, y salio volando. Solo que no tan rápido como antes por que iba cargando a una persona.
  Los chicos dejaron de perder tiempo, y salieron corriendo al campo para enfrentarse a lo que sea que los estuviera acechando. Corrieron y corrieron por el pequeño sendero hasta llegar al campo, preparados para todo. Grande fue su sorpresa, que no se encontraron con nadie.
  —¿Estarán escondidos?— dudó Janed
  —No siento sus pasos— dijo Christopher.
  —Creo que siento algo de calor, pero bien podría ser el sol, no estoy segura— dijo Janed tratando de ver a algún lado. Los Christopher y Janed creyeron que se habían ido. Pero Alex sabía que no era así. Primero estaban corriendo y luego se escondieron. Pero al correr, siempre hay un residuo que todo humano conoce perfectamente, y en especial Alex.
  —Sudor— de repente se oyó el sonido de un disparo y casi en seguida, Adán salio de la nada con el pequeño dardo tranquilizante entre sus dos dedos.
  —Eso estuvo cerca— dijo sonriente. Pero Janed no se estaba riendo, tenía prácticamente, el dardo en la frente. Solo un poco más cerca y se desmayaba ahí mismo. Christopher actuó en seguida y levanto cuatro paredes de tierra, encerrándolos completamente. Janed prendió su mano en llamas para que hubiera un poco de luz dentro.
  —¿y ahora que?— pregunto Christopher.
  —Bueno, tienen uniformes negros, ametralladoras, granadas... nah, lo de las granadas es broma... pero si tienen metralletas
  —¿Entonces que hacemos?— pregunto Janed.
  —Mostrarles lo que hemos aprendido— dijo con una sonrisa temeraria. Los muchachos le devolvieron la misma sonrisa.
  —Muy bien chicos, solo, traten de no matarlos, jejeje. A la de tres. Uno... dos... ¡TRES!— Christopher destrozo las paredes de tierra inmediatamente con un solo movimiento, dejando caer en algunos, pesados bloques de tierra. Adán empezó a correr como nunca, dando patadas y golpes a todos los que veía mientras corría. Alex convirtió sus propias extremidades en agua y comenzó a agarrar a los hombres vestidos de negro para hacerlos chocar unos con otros. Y Janed... bueno... estaba más que loca, parecía una fabrica de fuego lanzando bolas a todos los enemigos con una precisión que podría tirar un pájaro a cien metros.
  Los hombres estaban aterrados, pero seguían disparando, algunas empezaron a irse. Podían luchar contra gente, incluso hasta con un ejercito. ¡Pero no contra cuatro muchachos que controlaban los cuatro elementos de la naturaleza como unos dioses!.
  Desconcertados, aterrados, y con miedo. Comenzaron a correr como hormigas huyendo de un oso hormiguero al bosque, regresando de donde vinieron. Finalmente, la pelea acabo, había cuerpos noqueados por todas partes. Y no quedaba ninguno en pie.
  —Guau, ¡¿vieron como huían?! ¡fue asombroso!— exclamaba Christopher.
  —Nada mal para ser nuestra primera pelea como novatos ¿eh?— dijo Alex.
  —¡Vieron como corría, ¡rayos, hubieran visto como golpeaba a cada uno en cámara lenta, ¡fue genial!— exclamaba Adán emocionado.
  —¡Choquen esos cinco!— grito Janed. Los chicos hicieron un perfecto choque de manos al mismo tiempo.
  De la nada, los tres sintieron al mismo tiempo, algo que se les había clavado en la espalda, cuello, pierna y brazo. Con poco esfuerzo, Alex se quito el dardo, y lo miro. Era muy pequeño y con una aguja muy fina, se podía ver como el liquido que había dentro estaba casi vacío.
  —¿¿Pero que...?! vaya, esto no es bueno... demonios.
  —¿Que es esto?— preguntaba Janed mientras se lo quitaba de la pierna.
  —¿Tu que crees? ¡no son tarjetas de felicitación genia!— le respondió Adán mientras se lo quitaba de la espalda con un poco de esfuerzo.
  —Me distraje... podía haberlo visto, antes de que nos diese.
  —No importa Adán... ya no importa— dijo Alex mientras comenzaba a dormirse poco a poco bajo los efectos tranquilizantes del dardo. Los muchachos comenzaron a sentarse y después, cayeron dormidos completamente.

Buen tiro... lo felicito.
  —Gracias comandante... ¿me dará un aumento?
  —Si.
  —¿En serio?
  —No.

Mientras tanto, el Dr. Marco trata de calmarse dentro de la oscura cueva artificial. No sabía nada de lo que sucedía afuera. Estaba muy nervioso de lo que le podría suceder a los muchachos.
  De repente escucho un montón de disparos que parecían venir de todas partes. Lo cual lo puso aún más nervioso de lo que ya estaba. ¿Como le iba a decir a los padres de los muchachos que sus hijos habían sido secuestrados por una asociación desconocida que no se sabe si en realidad existe.
  Por lo menos tenía que revisar si estaban bien o si necesitaban algo.
  Se acerco poco a poco al área donde estaban peleando, siempre con mucho cuidado de que nadie lo viese.
  Camino y camino con mucho cuidado, mirando a todas partes. Tuvo que esconderse dos veces por que habían pasado corriendo un montón de hombres vestidos de negro y muy cobardes al parecer. Eso le dio más tranquilidad a Marco. Ya que eso quería decir que eran tan buenos luchando, que los cobardes se comenzaban a ir corriendo como las gallinas que son.
  El doctor siguió caminando hasta llegar a la orilla del campo, escondido entre unos arbustos. Y contemplaba con asombro, los movimientos y poderes de los muchachos. Movimientos fluidos e impresionantes. Que Marco solo había visto en películas y en historietas. Pero ahora, lo estaba contemplando en vivo y a todo color. Al doctor Marco le brillaban los ojos al ver a los muchachos luchando como si fuesen los mismísimos "Avengers" en persona.
  El doctor estaba tan emocionado y distraído viendo la pelea, que no se percato de un hombre que se acercaba lentamente al hombre de la bata blanca. Y al tener a su presa prácticamente en sus manos. le disparo el dardo tranquilizante con una puntería intachable en el cuello. El doctor se levanto aturdido y se quito el dardo, se dio la vuelta y vio al hombre con su pistola en la mano. Al saber lo que había hecho se abalanzo hacia el para tratar de darle por lo menos un golpe, pero la dosis fue lo suficientemente fuerte para des equilibrarlo y hacerlo caer en un profundo sueño...

Alex comenzó a abrir sus ojos lentamente. Estaba en un lugar algo grande, y todo se movía mucho, al parecer estaba en un tráiler, pero no sabía por que. Quiso tallarse los ojos, pero cuando lo intento, descubrió que tenía las manos completamente inmovilizadas por placas de hierro que mantenían su cuerpo pegado a lo que sea en lo que estuviera acostado. Y no solo sus manos, también su cuello, frente, pies y piernas. Sin ninguna posibilidad de movimiento alguno. A penas y podía ver al rededor suyo. Un cuarto bien iluminado, con una mesa de metal y computadoras a los lados, llenos de comandos y cosas que Alex jamás entendería.
  Trato de recordar lo que había pasado. Poderes, los cuatro elementos, una pelea épica, y dardos tranquilizantes. Ya lo tenía, recordó lo que había sucedido. Habían peleado contra unos desconocidos de color negro que les dispararon dardos tranquilizantes para dormirlos. Pero ese era solo un paso, ahora tenía que descubrir por que estaba en ese lugar tan frío y tembloroso. Dentro de una cápsula, completamente sellada. La cual tenía un vidrio reforzado que le permitía ver el exterior.
  El tráiler no se detenía para nada, así que Alexander dedujo que estaba en una carretera, con muchos baches al parecer.
  Después, el muchacho se acordó de sus amigos y comenzó a alzar la voz para ver si alguien le respondía. Hasta que una voz femenina se oyó al fondo.
  —¿Alex?
  —¿Janed?— respondió Alex para asegurarse. Al parecer, Janed había acabado de despertar.
 ¿donde estamos?— le pregunto.
  —¿Te parece que lo sé?— le respondió Alex, con un tono sarcástico.
  Listo, Alex ya sabía que por lo menos Janed estaba con el... ¿y los demás?
  —¡Adán, Christopher!... ¡¿Están ahí?! ¡chicos, respondan!
  —Sí, aquí estamos— despertaron los muchachos confundidos Ahora que lo pienso mejor, ¿donde estamos?— pregunto Christopher.
  —Al parecer en un Tráiler, en medio de una carretera
  —Dios mío, nos están secuestrando. ¿Que hacemos?— pregunto Adán.
  —Bueno, obviamente, lo primero que debemos hacer es salir de aquí— le respondió Alex.
  De repente, el tráiler comenzó a bajar la velocidad hasta parar. Un hombre abrió las puertas del tráiler, dejando entrar toda la luz del día. La cual los segó un poco. Comenzaron a ver la silueta del hombre que abrió las puertas
  El individuo subió al remolque con mucho cuidado y tranquilidad. Los pasos de aquel hombre, comenzaron a dirigirse hacia el frente de las cápsulas, para que los muchachos lo pudieran ver bien, tal y como era. Un hombre vestido de negro de unos treinta y tantos, y con una cicatriz bien marcada en la mejilla derecha. de pelo negro y un rostro joven, robusto y amigable. Pero detrás de ese rostro, había mucha maldad.
  —¿Quién es usted?— le pregunto Alex con voz demandante y amenazadora. Pero el comandante estaba acostumbrado a las amenazas, así que no le afecto en lo más mínimo.
  —¿Si se quieren referir a mí, simplemente se pueden dirigir a mí como "el comandante"?— dijo amablemente con una sonrisa en su rostro sin tomar en cuenta la amenaza de Alex, como si estuvieran tomando el té.
  —¿Que quiere de nosotros?— pregunto Adán al misterioso hombre.
  El comandante se le quedo mirando a los muchachos con una sonrisa, y volteo para reírse en sus adentros.
  —¿Que es tan gracioso?— le pregunto Janed enojada
  —¿En serio no lo saben?— les pregunto el comandante aún sin que se lo pudiese creer. Los muchachos se quedaron mudos viendo al comandante.
  —Miren, muchachos... se las voy a poner fácil... Había una vez... cuatro lindos meteoritos, que se llamaban materia blanca. A esos meteoritos les encantaba correr y saltar por el espacio, siempre juntos y felices, casi nunca se separaban. Un día, cuando los meteoritos estaban jugando. Se metieron accidentalmente a nuestra atmósfera. La materia blanca, comenzó a caer y caer y caer, hasta que ¡PUM!... choco con una montaña... Unos hombres, querían llevarse a la materia blanca. Por que tenía algo que los podía ayudarlos a hacer cosas increíbles... Pero la...— paro un momento y puso un rostro lleno de rabia. como si hubiera estado a punto de decir una grosería tremenda. Pero se contuvo y siguio contando la historia tranquilamente.
  —Materia blanca, había desaparecido... se había filtrado por la tierra. Los hombres tuvieron que buscar, cuatro... cuatro años, para que el meteorito llegara a un manantial. Pero cuando por fin llego a filtrarse, una...— volvió a parar para contenerse, y prosiguió.
  —Fabrica de refrescos, puso la materia blanca en uno de sus refrescos. Por un lado, los hombres que buscaban la materia blanca. Estaban enojados, por que la materia blanca estaba en una de las millones y millones de botellas de refresco. Pero por el otro lado... estaban felices por que sabían que ya podían ir a buscar la materia blanca con tranquilidad... Pero cuatro...— paro de hablar para contener su rabia nuevamente, y volvió a tranquilizarse.
  —Lindos muchachos... en vez de tomar un sano y refrescante vaso con agua. Decidieron comprarse una naranjada para la cena, la cual traía la materia blanca.
  Luego, esos muchachos, comenzaron a utilizar la materia blanca para jugar con ella. Pero cuando los muchachos estaban jugando con ella...— Los chicos sabían que el comandante hablaba de cuando estaban entrenando.
  —Los hombres pudieron encontrar la materia blanca gracias a esos muchachos. Pero esos muchachos, no querían entregarles la materia blanca a los hombres. Los cuatro niños comenzaron a pelear contra lo hombres, pero desgraciadamente, perdieron. Un hombre que andaba con los muchachos<<Marco>> pensaron los muchachos. quiso ayudarlos a escapar... pero también lo atraparon y se lo tuvieron que llevar a un lugar muy lejos de los muchachos. En cuanto a los jóvenes. Iban a tener que quitarles la materia blanca...— el comandante se acerco a Adán y lo miro a los ojos. De una forma... u otra— Adán trago saliva.
  —Por desgracia... era muy probable que al sacarle la materia blanca a los muchachos. Posiblemente, ellos no podrían sobrevivir. Pero los hombres sabían lo que era importante, y por más que buscaron una forma de sacarles la materia blanca sin hacerles daño... no la encontraron... Tenían que hacerlo, pero estos hombres no eran unos monstruos crueles, así que le concedieron a los muchachos, un tiempo para que hablaran a solas antes de... bueno, irse... para siempre... Aunque sabían que no sobrevivirían. Siempre estarían juntos... pasara lo que pasara... Fin...— el comandante bajo del remolque y tomo los extremos de las puertas de este.
  Debieron haber comprado Coca— dijo con una sonrisa antes de cerrar las puertas.
  Los muchachos sabían que no podía terminar así... no así. Al cuento del comandante le faltaba un buen final... y ellos se encargarían de escribirlo...


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jueves, 15 de octubre de 2015

Dylan y el Pan Tostado mágico. Capítulo 1: Un... ¿pan tostado?

Era un día nublado, y la luz blanca que emanaba de las nubes, iluminando al grupo de gente vestida de negro que se encontraba al rededor de la tumba abierta. El costoso ataúd que se encontraba al fondo del agujero, estaba lleno de flores caras perfumadas, y justo arriba, estaba la lápida de mármol que tenía con letras de oro el nombre del difunto: "DYLAN MÉNDEZ CRUZ 1980-2017". Las mujeres lloraban y los hombres trataban de contener las lágrimas que guardaban en sus ojos. Pero de entre todos, el que estaba más roto desde el interior, era Daniel... el hijo de Dylan. Y detrás de el estaba Dayana, su hermana. Los muchachos contemplaban con tristeza la tumba de su padre. Permitiendo que las lágrimas cayeran todo lo que quisiesen, dejando salir sus más profundos sentimientos. Los adultos miraban con lástima a los pobres muchachos. El pastor estaba al lado de la lápida, dando sus más sinceras honras desde el corazón.

Después de unos minutos más de llantos y sollozos, la gente comenzó a quedar en silencio, solo se oía al pastor hablar. Al terminar el entierro, la gente comenzó a consolarse entre si. Con abrazos y palabras de aliento, para los que más habían sido tocados por la desgracia. Pero nadie se atrevía a consolar a los hijos de Dylan, no querían que nadie los tocara o si quiera dirigirles la palabra. Solo quería adentrarse en su mente y pensar en todos los momentos perdidos que pudieron haber tenido con su padre. La graduación, primeros hijos, el día de sus bodas. Todo perdido en un solo segundo, y Daniel estaba totalmente convencido de que era su culpa, era todo, su culpa.
  Si yo hubiera...— dijo con mucho esfuerzo ya que se estaba ahogando en su propia tristeza. Ido con el al mercado... podría haberlo salvado...— Dayana lo vio con tristeza y sin estar convencida de lo que había dicho.
  —Daniel... tu no sabías que esto iba a pasar... no tienes la culpa de que no puedas ver el futuro, nadie puede hacer eso. Y aunque lo pudieras leer ahora... no podrías hacer nada por papá...— Daniel vio a su hermana comprendiendo lo que decía, pero aún así, seguía creyendo que tenía parte de la culpa. El no fue al mercado con el, no por estudiar o por algo importante si quiera. Solo estaba jugando, solo jugando. Sin haberse dado cuenta, Daniel intercambio a su padre que tanto lo amaba, por un inútil videojuego que no servía de nada mas que para robar la vida de seres queridos, pensaba Daniel en el interior mientras miraba al vacío. Desde ese momento, Daniel comenzó a sentir nauseas por el mismo videojuego. Un desprecio y furia que no tenía límites.

Mientras el pobre huérfano meditaba en esto. Un hombre bien vestido y con un portafolios en la mano izquierda se acerco a Daniel y Dayana con paso lento y una cara de comprensión y tristeza por los muchachos...
  —Hola muchachos...— Daniel no contesto, ni tampoco Dayana. Siguieron viendo al suelo. El cual estaba lleno de hojas y ramas caídas y muertas como todo lo que se encontraba especialmente en ese lugar.
   El abogado pensó sus palabras antes de hablar para no lastimar más esos corazones que ya habían sufrido mucho.
  —Muchachos... les digo desde lo más profundo de mi corazón... que tu padre fue un gran amigo, una persona cordial y amable. Con sueños y victorias que yo jamás me hubiera imaginado que lograran ocurrir...— Daniel siguió viendo las hojas muertas que pisaba con sus pies. Dayana levanto un poco la cabeza para oír mejor al hombre bien vestido.
  —Y estoy completamente seguro... de que fue un gran padre— Daniel miro al hombre a los ojos unos segundos, mostrando a la luz al hombre, su completa tristeza, estrés y cansancio en sus ojos llorosos. Y bajo la mirada nuevamente al suelo. El abogado comprendió lo que quería decir con esa mirada, quería estar solo, que nadie si quiera le viera. Se sintió un poco incomodo ante tal mirada. Pero siguió hablando.
  —Tu padre te dejo un libro...— el niño levanto la mirada por curiosidad al igual que su hermana. El hombre abrió su portafolios y dejo salir un pequeño libro de cuero y esquinas doradas y estaba cerrado bajo llave. El hombre sostuvo el libro en sus manos con cuidado y lo miro con nostalgia.
  —El me dijo que, cuando... el muriera... te lo diera. Dijo que solo tu y tu hermana, lo podían leer... nadie más...— el hombre le entrego el libro a Daniel, con curiosidad, inspecciono el pedazo de papel. Cada detalle y grabado de las esquinas de oro y también la cerradura. Después, el señor le dio la llave
  —También me dijo que... cuando terminases de leerlo... lo quemaras...—Daniel miro al desconocido con confusión. Como si le hubiera acabado de decir que se iban a mudar a Marte por 30 años.
  —¿Quemarlo...?
  —Si.
  —¿Por qué?
  —No lo se... lo mismo le pregunte a tu padre. Pero me dijo que solo te dijera eso. Y que por nada en el mundo podía leer ese libro. Soy su amigo, y su abogado... pero no creí que me tuviera tanta confianza como para darme un libro tan importante para el... realmente... su padre fue un hombre de verdadero honor. Deberías estar orgulloso de el— Daniel volteo su mirada para no ver ni al suelo ni a su hermana, ni al hombre, solo ver a su conciencia que afirmaba lo que decía el licenciado.
  —Y este es, su último deseo, su testamento...— dijo mientras sacaba de su portafolios un único papel blanco, no parecía muy viejo como Daniel esperaba. El abogado saco sus lentes y se los puso para leer el papel con total claridad y respetando todo signo de puntuación y acento, como si ya lo hubiera leído un millón de veces. Aunque era en realidad, la primera vez que lo leía, el quería leerla cuando estuviera con los hijos de su amigo.
  —Yo, Dylan Méndez Cruz. Le doy a mi mejor amigo y compañero, José Corona Valdez... el... diez por ciento... de, todos mis bienes. Eso son... novecientos millones de dólares, Dios...— dijo con la mano en la boca sorprendido al ver que era su mejor amigo, y que además le había dado una cantidad inmensa de dinero, viendo aún más de cerca el papel, ya que no se lo podía creer. pero tenía que seguir leyendo.
  —Todos mis sirvientes y mayordomos, que siempre estuvieron ahí para darme consejos y a veces, hacer que mi tristeza, se convirtiera en una sonrisa de felicidad. Le doy otro diez por ciento a mis sirvientes, repartido entre todos. Y en cuanto a mis dos únicos hijos, las cuales son las personas más especiales de mi vida. El cuarenta por ciento sera para cada uno de ellos. Este es, mi ultimo deseo, que Dios los guarde a todos...— el abogado termino de leer. Los muchachos no estaban tan sorprendidos al saber que habían recibido 3600 millones de dolares cada uno. Después de todo, ya habían vivido entre dinero durante toda su vida. Sin ningún tipo de esfuerzo en cualquier cosa. Si uno de ellos quería un vaso con agua, una sirvienta iba como rayo a satisfacer su necesidad de sed. Y si uno de los muchachos quería una montaña rusa en su patio, ¿por que no? por aquí cuestan como si fuera una pista de carritos.
  Los muchachos lo tenían todo... excepto a su padre. El dinero no los consoló en nada, seguían sin su padre. La única razón por la que vivían.
  Bueno... Si quieren algo... pueden contar conmigo. 
  —Gracias— le respondió Daniel sin más. Finalmente, el abogado se fue, dejando a los muchachos solos con el libro que su padre había escrito celosamente para ellos.
  Daniel miro a Dayana antes de meter la llave por la pequeña cerradura, y luego metió la llave y la giro, produciendo un pequeño clic dentro de esta, abriendo el misterioso libro. Daniel lo abrió, y comenzó a leer:




Querido hijo, e hija. Ustedes, son las personas más especiales en toda mi vida después de su madre. Pero, como ella, ya no está con nosotros... voy a tener que darle este libro a ustedes, por que no puedo aguantar que yo sea el único que sepa esto... yo... no conseguí todo mi dinero y riquezas como todo el mundo cree, de hecho, incluso les e mentido de como fue que su madre y yo nos enamoramos... pero no puedo permitir que eso se llegue a saber entre la gente y las personas. Sería algo muy vergonzoso. No solo para mí, sino también por ustedes. Y no quiero que eso pase... por eso les ruego, que guarden esto en secreto extremo. De preferencia, hablen de esto lo menos que puedan, podrían estar espiándolos.
  Seguramente han de estar muy confundidos, bueno, les voy a tener que explicar como sucedió todo... desde el inicio...

Recuerdo muy bien ese día, ya que fue el día en que mi vida cambio... para siempre...

¡Mamá, ya regrese! no creerás lo que sucedió hoy— le dijo el muchacho emocionado.
  —¿Que hijo? 
  —Josué estaba comiendo tranquilamente, y a Carlos se le cayo la coca entera en sus pantalones jejeje.
  —Cada vez, pienso que esos amigos tuyos te están volviendo más loco de lo que ya estas hijo— la pobre madre siguió trapeando la sala mientras que su hijo se fue a hacer la tarea en su cama. Tenía que sacar la raíz cubica de varios números y después simplificarlos. Poco a poco, el muchacho comenzó a aburrirse, pero tenía que terminarlo, la tarea era para mañana, y ya había perdido varias tareas antes, no podía fallar con otra. Estaba tan estresado tratando de resolver una de ellas, que no se dio cuenta de algo que simplemente no era normal, el cual estaba a su izquierda, muy cerca.
  La respuesta es veinte y tres mil doscientos cuarenta y ocho punto treinta y cinco...— le susurro al muchacho.
  —¡CIERTO!— grito al ver que en efecto esa era la respuesta, el muchacho estaba feliz de haberlo logrado, pero pronto se dio cuenta de que algo no estaba en su lugar.
  —Espera ¿como? ¡AAA!— Dylan cayo de su cama exaltado.
  ¿Quien eres? o, más bien... ¿que eres?— le pregunto Dylan, a la cosa que estaba flotando sobre su cama. Pero no le respondió. El objeto marrón le comenzó a parecerle familiar. Tenía la forma de un alimento muy común, y además tenía dos piernas y dos manos como los de un muñeco de palitos. Dylan logro adivinar que era esa cosa, pero aún así no tenía ningún sentido en lo absoluto.
  —Un...¿pan tostado?

lunes, 12 de octubre de 2015

ELEMENTS

Bueno, aquí les dejo los videos que les dije, DISFRUTENLOS.

La animación no es muy buena, pero las escenas de pelea y el humor es bastante bueno, además, mi favorito es tierra :3. Les presento:


Y la segunda parte abajo. Como dije antes, la animación no es muy buena. Pero las escenas de pelea son de otro mundo. La animación fue hecha por Camila Cuevas. Si no han visto la parte dos, al principio dice esto: stickpage.com. Es una pagina de juegos muy buena, contiene vídeos y animaciones muy chistosos divertidos e interesantes, la recomiendo. en cuanto al video de abajo, no tiene un título muy diferente que el primero :P

 

 Y por ultimo, deje la animación que me gusto un poco menos. No es buena la animación, pero la intención es buena :). Les presento:

Mi cumpleaños :D

Para los que no lo saben, yo nací el 12 de octubre del 2001, lo que quiere decir, que tengo 14 añotes. Se que soy muy pequeño como para andar escribiendo libros, ¿pero que puedo decir? me encanta.

Agradecimientos a mis amigos y a mi familia por apoyarme siempre a mi y al Ciclo. Y en especial mi padre y mi abuelo. Que siempre leen sin retraso, cada palabra y tilde, que hay en este blog. Muchas gracias, en serio.

Aunque sea mi cumpleaños, les deje algo preparado en la siguiente entrada, lo e estado guardando hasta hoy, en serio, cuando lo vi, me quede con cara de "rayos, tengo que poner esto en el blog", así que ahí esta. Como este es un blog para publicar los capítulos del ciclo, casi nunca, o más bien, nunca, e puesto un vídeo aquí. ¡Pero esta es una ocasión especial! así que tuve que escoger un vídeo que le quede al blog y que les guste. En total serán tres vídeos, ya que no hay tantos vídeos geniales que traten sobre los cuatro elementos, lo que quiere decir que no fue nada fácil encontrarlos, pero el resultado fue gratificante. Así que espero que les guste mucho.

Y hablando de cumpleaños, en la fiesta me sirvieron un gran pastel de chocolate ferrero. Y jugamos voleibol con globos de agua :D (Es cierto, eso no tiene sentido, pero algún día les explicare como hicimos eso. Mientras tanto, traten de averiguarlo XD)

GRACIAS   POR SU APOYO

martes, 6 de octubre de 2015

Capítulo 5: La guarida

—Ahora que lo pienso mejor dijo Adán Estoy viendo que tenemos los poderes de los elementos que les describí la otra vez en la escuela. Ya saben, lo de las manos. Janed tenía manos fuego, yo tengo manos aire, Alex las de agua y Chris las de tierra, todo encaja. Me pregunto como fue que nos dieron esos poderes en especial.
  —Seguramente esa pizza,o la naranjada, tenia algo que nos dio... esto— dijo Janed señalándose a si misma.
  —Un momento, el Dr. Marco dijo que iba a mi casa, y ahí están las cajas de pizzas y la botella de naranja...de repente, entro el Dr. Marco por la puerta bruscamente, con un gesto emocionado y una botella de peñafiel naranjada en la mano. Los chicos escondieron sus poderes en seguida. Pero Alex se asusto y se le cayo el agua a los pantalones.
  —¡Chicos, no van a creer lo que encontré en la botella de Peñafiel— decía con mucho entusiasmo —parece haber algún tipo de materia nueva, ¡nada que se haya visto antes!... lo siento si esto me entusiasma, es que, jamas había visto algo parecido. Se que están aquí a causa de esto, y que podría ser malo, pero... Alex , ¿por que tienes mojados los pantalones?— pregunto confundido.
  —E-es que se me cayo un vaso con agua hace rato yyy... si— los chicos se rieron levemente para sus adentros.
  —Ah, ok. Como les decía. Pero deben admitir que esto es alucinante— el doctor se levanto, y abrió la puerta un poco más tranquilo pero aún con mucha felicidad y entusiasmo en su rostro Bueno, voy a decirle a los demás sobre esto...
  —¡NO!— gritaron todos al mismo tiempo. El doctor salto ante los gritos de los muchachos. Se quedaron callados unos cuantos segundos. El doctor los miro confundido y un poco asustado por su errático cambio de voz.
  —¿Por qué... no?— les pregunto el doctor. Los chicos no sabían que decir. Alex hizo señas a los chicos para hablar en privado, formando un circulo.
  —No podemos decirle— susurraba Adán.
  —Pero si no lo hacemos, le dirá a los demás doctores sobre nuestros poderes
  —Christopher tiene razón Adán, es mejor que lo sepa solo el y no todo el mundo. ¿Estamos de acuerdo?— los chicos asintieron.
  El Dr. Marco estaba un poco confundido, tenia curiosidad de lo que murmuraban los muchachos. Finalmente, los chicos se levantaron y vieron al doctor, el cual estaba totalmente confundido.
  —Tenemos... poderes— dijo Christopher al doctor. Marco no entendía.
  —¿Poderes?— pregunto.
  —si doctor, poderes— le afirmo Alex.
  —¿poder de hacer que?— volvió a preguntar.
  —De controlar, el agua— decía al señalarse a si mismo —Fuego, Tierra, y aire. Los elementos de la naturaleza al parecer— dijo mientras señalaba a cada uno de sus amigos, según les decía su poder.
  —Chicos, solo díganme lo que les pasa, si quieren que nadie lo sepa, pueden contar con...
  —¡Es en serio doctor!— lo interrumpió Janed.
  —Bien, si tanto insisten, demuéstrenlo— el doctor jalo una silla y se sentó en frente de los muchachos que aparentemente tenían un problema cerebral según pensaba el doctor. Los chicos, un poco enojados de la actitud del doctor, le mostraron que estaba equivocado en sus pensamientos. Janed encendió su mano en llamas, Christopher levanto la tierra que dejo caer ase unos minutos y Alex logro extraer el agua de sus pantalones.
  El Dr. Marco estaba totalmente en shock, sin nada que decir, solo estaba sentado en silencio.
  —Y supongo que tu controlas el aire— le pregunto a Adán. El le respondió dándole una pequeña ráfaga de viento helado por el aire acondicionado.
  El doctor siguió en silencio, tratando de comprender, lo que para el, era completamente imposible. Parecía como si hubiera tomado sus cinco años de la universidad y los tirara en un bote de basura como un papel.
  Como el doctor seguía sin decir nada, Alex le trato de explicar.
  —Creemos que lo que nos dio el paro cardiaco y nuestros poderes, fue lo que encontró en esa botella
  —Vaya... no se que decir...
  —Ese es el punto doctor, no queremos que le diga a nadie sobre esto. Ya que si se lo dice a alguien, nuestras vidas podrían cambiar de un día a otro. Solo queremos, por lo menos, parecer normales, no la novena maravilla del mundo. Queremos seguir siendo, los cuatro chicos que siempre hacen travesuras, van a la escuela, salen de la casa para ir a comprar tortillas, sacan a pasear a su perro... por favor doctor, piense en nosotros. ¿Que haría si estuviera en nuestro lugar?— Marco recordó a su madre...
  —Esta bien muchachos... no le diré a nadie. Solo tengo una pregunta, ya que tienen estos poderes, ¿que van a hacer con ellos?— les pregunto por curiosidad.
  —Si usted de pequeño hubiera querido tener súper poderes, ¿que hubiera hecho?— le respondió Janed con otra pregunta.
  ¿Quieren decir que quieren ser súper héroes?
  —si— le respondió Janed —¿Nos podría, ayudar?— le pregunto nerviosamente. El doctor se quedo sin expresión viendo a los muchachos.
  —¡Por supuesto! aunque no lo crean, soy fanático de los comics y películas de acción. Pero trabajo mucho y no tengo mucho tiempo para disfrutar de un buen cómic, pero parece que los mismos cómics han venido a mi en la vida real. Pero bueno, aquí lo que importa es que vamos hacer, y lo se perfectamente. Les podría conseguir algunas mascaras o trajes a prueba de fuego y rasgaduras, pero sera un poco caro y difícil encontrarlas. Por suerte tengo dinero suficiente para unas mascaras, pero algún día les podría conseguir algún traje. Si van a quieren alguna guarida secreta, lo único que les puedo dar es el amueblado.
  —Christopher podría cavar bajo la tierra para hacer una pequeña guarida— opino Alexander.
  —Muy bien, entonces ya tenemos la guarida y los trajes, creo que eso es todo lo que necesitaran por ahora
  —Gracias por su ayuda doc— le dijo Janed
  —Es un placer poder ayudar en los primeros pasos de un superheroe. Por cierto, ¿ya tienen un nombre?
  —El Ciclo— le respondió Adán.
  —Hmm, tiene estilo, y además concuerda con sus poderes. En general, me gusta— sonrío —En fin, si me necesitan, estaré en mi oficina examinando lo que los convirtió en lo que son ahora— el doctor cerro la puerta, dejando solos a los cuatro muchachos.
  —Bien, asunto arreglado. Ahora, solo hay que encontrar a algún criminal con el cual pelear Como "El Chapo Guzmán" o "El Guaraches"— dijo Janed
  —Más lento, "velita", apenas estamos empezando y ya te quieres ir directo con los peces gordos— le respondió Christopher.
  —Lo se, lo se, solo es broma jeje.
  —Si queremos llegar a ser tan buenos como atrapar al "Chapo" o "El Guaraches" tendremos que entrenar duro y aprender a controlar nuestros poderes como buenos superheroes.
  Tienes razón Alex. Pero no podemos andar jugando aquí, nos podrían ver. Tal vez en en techo podríamos practicar algo— opino Janed.
  —Igual nos verían genia. En especial si un grupo de muchachos andan jugando con los cuatro elementos de la naturaleza a todo lo que dan
  —Si, tienes razón— los chicos siguieron hablando sobre donde sería el mejor lugar para entrenar, ninguno tenía ni la menor idea. Finalmente Janed se canso de tanta palabrería y se fue al balcón a respirar aire fresco. Janed podía sentir como el aire inflaba sus pulmones. Pero ese gusto se desvaneció cuando un camión paso justo delante de ella, del cual salio una inmensa nube de humo negro. Sorprendentemente no tosió como loca. Tal vez era por el simple de hecho de que controlaba el fuego y su cuerpo aceptaba la ceniza como parte de si misma.
  Finalmente la nube de humo se desvaneció, y Janed vio algo a lo lejos, algo muy, muy grande. El cual los podía ayudar en su búsqueda de un área para entrenar.
  La chica fue corriendo con sus amigos y los llevo al balcón. Los chicos miraron el inmenso error geográfico que destacaba entre todos los de su tipo. Con sus hermosas curvas y su punta emblanquecida por la nieve. El cual le hacía honor a su hermosa ciudad... "El Pico de Orizaba".

CITLALTÉPETL


Hace una semana

Señor, ya cerramos todas las fabricas peñafiel del país, tuvimos que usar la fuerza. Pero todavía no hemos encontrado la materia blanca, nuestros hombres hacen todo lo que pueden por...
  —Comandante— lo interrumpió la voz distorsionada del hombre en las sombras que estaba en la gran pantalla. En primer lugar: yo jamás le dije que atacara las fabricas Peñafiel. En segundo lugar: yo le dije que encontrara la materia blanca. Sinceramente no creo que sea muy inteligente buscar una por una en cada botella.
  —¿Y usted que recomienda señor?
  —Dejen que Peñafiel siga haciendo su producto. Tarde o temprano, la materia blanca saldrá a la luz. Pero a la hora de encontrarla, sean discretos, no quiero más noticias en los periódicos.
  —Considérelo un hecho señor— el comandante alzo la mano hasta su cabeza con firmeza hasta que el hombre que le dio las ordenes presiono el botón que finalizaba la transmisión.

Los muchachos y el Dr. Marco iban, camino a una de las montañas más grandes del planeta. Un lugar perfecto para esconderse y hacer una guarida secreta. Y ahí estaban, yendo en un Hyundai rojo hacia su destino.
  —Gracias por llevarnos Dr. Marco— le dijo Janed con mucha sinceridad.
  —No es nada chicos, ya les dije que estoy a su disposición.
  Un momento, ahora que lo pienso ¿No es el pico de Orizaba de donde sacan el agua para hacer los refrescos de Peñafiel?
  —Tal vez haya algo más de esa montaña que no sabemos— dijo Alexander.
  Quizá de ahí salieron nuestros poderesopino Janed.
  —Lo voy a investigar— se ofreció el doctor.
  Después de una hora de viaje buscando un lugar despejado, los muchachos llegaron a una zona de la montaña que estaba lejos de la ciudad. Se bajaron del auto y se adentraron en el espeso bosque que tenían delante. Mientras más se adentraban a "la falda de la montaña", más conectados se sentían con la naturaleza. Estaban más que conectados, eran uno solo.
  Adán podía sentir literalmente el oxigeno recorriendo sus pulmones. Christopher tomaba la tierra, la tocaba, jugaba con ella. Jamás había tenido tal conección con la naturaleza. Los arboles también le gustaban más, ya que son el producto de la tierra.
  Alex se sentía simplemente bien, no tanto como Christopher y Adán, quienes tenían a su elemento en una gran masa frente a ellos. Pero aun así le gusto estar entre la naturaleza
  Janed estuvo feliz todo el día, ya que tenía el sol ardiendo siempre sobre su cabeza.
  
—Bien, creo que este es un buen lugar— dijo el doctor al señalar un lugar perfectamente escondido entre arbustos y arboles. Parecía como si jamás hubiera existido ese lugar. Desde ese momento, los chicos supieron que el doctor tenía ojo de águila por que ninguno de los cuatro noto tal lugar.
  —Bueno, realmente no se como cavar con poderes que apenas obtuve el día anterior así que no se que vaya a pasaradvirtió Christopher. O más bien, el elemento "Tierra".
  Christopher alzo ambas manos en dirección a la pared inclinada de tierra. De un momento a otro, la tierra comenzó a temblar. Unas cuantas piedras comenzaban a caer de la pared.
  —¡Vamos Christopher, tu puedes!— le alentaban sus amigos. Finalmente se comenzó a hacer un gran hoyo en la tierra en dirección al centro de la montaña conbinado con un sonido estruendoso y escombros por todas partes.
  —¡Suficiente Christopher!— le grito el doctor para que parara. El muchacho obedeció. El temblor se fue casi al instante.
  Sígueme Christopher... tu también Janed. Ustedes dos quédense aquí, volvemos en seguida— le dijo el doctor a los muchachos en lo que se metía en el interior de la cueva improvisada.

Alex y Adán se quedaron afuera platicando. Mientras que los demás estaban en la cueva, los chicos pudieron ver la luz del fuego, saliendo de la cueva.
  —Guau, esto es, asombroso— suspiro Adán tu, yo, nosotros, con poderes que nadie jamás ha visto en la vida real.
  —Ya lo creo...
  Antes, esto era pura ficción para mi, nunca me interesaron mucho los superheroes y las películas de acción. Es más, Súper Man me caía gordo.
  Pues creo que ya tienes otra opinión sobre eso.
  —Si, es cierto...— los chicos sintieron un temblor un poco más leve que el anterior y oyeron la voz del doctor, dándole instrucciones a Christopher. Seguramente le pedía que hiciera algunos detalles a la cueva, pensaban Alex y Adán.
  Je...— se río Adán, pero no dijo nada más. A Alex le dio curiosidad Adán.
  —¿Que?— le pregunto.
 No, nada.
  —Vamos, dime, no me dejes con la dudainsistió.
  ¿Tu crees que vayamos a atrapar al Chapo Gúzman?
  —No se, tal vez jeje.
  —Esa Jennifer es una completa loca.
  Si, jeje, nuestra loca. Si no fuera por ella, no habríamos conseguido nuestros poderes ahora que lo pienso.
  Si, creo que tienes razón... Oye, cambiando de tema. ¿que haremos con lo de la escuela?
  —¿De que?— pregunto Alexander sin saber a que se refería    
  —Lo de la mesa— le recordó Adán.
  —A, si, eso... Creo que estaremos bien— Alex le dio unas palmadillas a Adán en la espalda para que estuviese seguro de que todo iba a estar bien.

Después de media hora de trabajo; se termino la guarida. O por lo menos la base, faltaba amueblarla y decorarla. Pero pronto la irían llenando el vacío.
  Todavía caían un poco de tierra pero no estaba mal para ser un escondite, era un sitio amplio y seguro. Janed había tenido encendida su mano para que los dos varones hubieran podido hacer su trabajo.
  —Muy bien chicos, quédense aquí y entrenen en lo que yo voy por algo para comer y algunas cosas para llenar este lugar— el doctor salio de la nueva guarida y se fue trotando hasta su auto.

Los chicos se quedaron solos. Libres de hacer lo que quisieran, se sentían muy bien de salir del hospital y de toda la civilización.
  —Bueno, tenemos mucho tiempo, hay que entrenar—ordeno Alexander.
  Si, pero primero hay que encontrar un sitio con menos arboles— dijo Janed.
  Yo se donde hay un buen lugardijo ChristopherSíganme, no esta lejos.
  En cuanto Christopher comenzó a caminar Janed lo detuvo.
  —¿—Oye, ¿por que no haces un camino de tierra para que vayamos y volvamos cuando queramos?
  Tienes razón.
  Christopher le hizo caso a Janed. Justo donde pisaba, el césped se empezaba a separar haciéndole dejar un camino lo suficientemente visible para los muchachos.
  —Oye Chris, ¿y como descubriste ese lugar?— le pregunto Adán por curiosidad.
  Recuerda que estas hablando con el elemento tierra, puedo sentir todo lo que siente la tierra, incluso sus pasos. Así pude encontrar rápidamente el lugar.
  —Vaya.
De repente, a Alex se le ocurrió una buena broma, le hizo señas a Adán y a Janed para que lo ayudaran, y comenzaron a susurrar entre si. Alexander contó con sus manos para que los chicos se prepararan. Al contar el tres. Los traviesos saltaron al mismo tiempo y dieron un buen pisotón en la tierra. Haciendo exaltar a Christopher, confundido y mareado, volteo a ver a los chicos.
  Ellos se reventaron a las risas. Christopher entendió lo que sucedía.
  —Ja, ja, muy chistosos, ya verán— dijo con una sonrisa malvada en su rostro. Pero los chicos seguían carcajeándose de su amigo.
  Después de caminar un poco más, los chicos lograron encontrar el lugar que necesitaban gracias a Christopher. Una pared de arboles se veía a lo lejos, y un pequeño arrollo de agua se encontraba cerca. El césped tenía un color verde limón y estaba infestado de malas hierbas. Parecía como si ninguna persona lo hubiera pisado antes, era el lugar perfecto
  —Guau, cuanto espacio— exclamo Adán, se emociono tanto que comenzo a correr, literalmente comenzó a volar, pero no de volar de estar en el cielo, más bien, que era más rápido que flash en persona. De un momento a otro, se encontraba al otro lado del campo.
  —Sip, perfecto para entrenar— añadió Christopher al ver a Adán corriendo por todas partes.
  —Bueno, ¿pues que estamos esperando? ¡vamos!— exclamo Janed.
  Alex fue corriendo al arrollo y tomo toda el agua que pudo con sus poderes. Adán se canso de correr y comenzó a tratar de hacer ráfagas de viento. Para que a la hora de luchar, pudiera tirar a alguien por lo menos. Janed comenzó a practicar su tiro con bolas de fuego en un pobre pino, y también trato de volar como un cohete. Y Christopher trataba de arrancar un gran pedazo de tierra del suelo, pero lo que realmente era interesante de eso, es que el estaba sobre ese pedazo de tierra. Trato y trato hasta que lo logro, después de eso, le agarro el truco y comenzó a sacar otros trozos de tierra para aventarlos contra los arboles. Solo que no tenía tan buena puntería como Janed.
  Cuando Alex volvió con sus amigos con su pequeño grupo de agua volando, se sorprendió de todo lo que hacían sus amigos. 
  Se acerco a Adán para ayudarlo con su ráfaga. Estaba usando todo tipo de movimientos con la mano para tratar de hacer más fuerte su pobre brisa que a duras penas sentía Alex.
  —Veo que necesitas ayuda.
  —¡Es que no puedo hacer que esta pobre brisa sea más fuerte!
  —Cálmate cálmate, mira, si quieres controlar al aire, tienes que entender al aire... Adán vio a Alex confundido.
  —Solo cierra los ojos— le ordeno
  —¿Para que?
  —Tu ciérralos— Adán obedeció aunque no comprendía lo que Alex quería hacer.
  —Ahora, siente el aire, respíralo, tócalo — Adán comenzó a relajarse y sentir el aire corriendo en sus pulmones.
  —ahora, levanta las manos y piensa que salen de ellas, brisas normales— Alex comenzó a sentir el viento saliendo de Adán. Como vio que funcionaba su técnica, siguió.
  —Ahora piensa que salen ráfagas... ahora un poco más fuerte... ahora dile al aire que forme tornados, si, tornados de tus manos, huracanes, vientos de trecientos kilómetros por hora— de repente, las pequeñas brisas se habían convertido en huracanes incontrolables que sacudían la ropa y el cabello de los dos muchachos, Alex incluso tuvo que agarrarse más fuerte para no salir volando de ahí, incluyendo el pasto, las hojas de los arboles, y el pequeño grupo de agua de Alex. El cual le dio cosquillas en la espalda a Christopher, ya que el viento rosaba con el suelo y el pasto. El le suplicaba entre carcajadas que parara, Pero aún así, Adán seguía cerrando los ojos, Alex tenía que avisarle que parara, por que si no, Christopher se moriría de la risa, y el tendría que empacar por que se iría a Venezuela sin pagar boleto de avión.
  —¡Adán, para, que le estas haciendo cosquillas a Christopher, y a mi me vas a mandar a volar!— le grito mientras se agarraba del pasto (dándole más cosquillas a Christopher).
  Adán abrió los ojos, y se sorprendió completamente de lo que tenía en frente de el. Toda una tempestad, aires incontrolables que inclinaban ligeramente los arboles, reacciono y dejo de hacer viento. Pero aún así, Christopher seguía riéndose en el suelo.
  —Vas a tener que aprender a controlarlo— le dijo Alex a Adán.
  —Lo tendré en cuenta... gracias.
  —¿Por que no mejor pruebas con volar?— le recomendó.
  —¿Acaso no viste como corrí hace rato? 
  —Noo, me refiero a volar ¡volar!
  —Aaa, ok, lo intentare Alex le dio unas palmadillas en la espalda y luego fue a ver a Christopher, quien todavía seguía tirado en el suelo.
  —¿Necesitas ayuda?— le pregunto Alex a Christopher y le extendió una mano, el la tomo y Alex lo levanto con fuerza y luego de soltarlo se sacudió las manos por que traían tierra.
  —Lo siento, es que andaba jugando con tierra— le dijo al saber que lo había ensuciado.
  —No hay problema. Solo vine para ver si necesitabas ayuda.
  —No, muchas gracias Alex— Christopher arranco todo el pedazo de tierra y lo aventó a un árbol, haciéndolo caer por completo.
  —Ya descubrí como hacer obedecer a esta cosa.
  —Wow, eso fue genial... En fin, iré a ver a Jennifer
  Janed trataba de mantener el equilibrio como si fuese Iron Man,saliendo fuego de sus manos y con los brazos bien rígidos a dos metros del suelo.
  —¡Sigue así!
  —¡Cállate, que me desconcentras!— le grito, comenzó a desequilibrarse pero rápido volvió a estar en una postura estable. Alex descidio que era mejor dejar a Janed sola.
  Alex comenzó a entrenar, haciendo que el agua hiciese un remolino, luego, una pequeña ola en miniatura. Y después, simplemente, puso el agua en sus manos, y la aventó con toda su fuerza delante de el. Y así siguió entrenando.
  Ya era mediodía, y Janed estaba más que contenta por eso.
  Alex comenzó a tener hambre, e igualmente sus amigos, se volvió a reunir con ellos para hablar.
  ¿A donde dijo Marco que iría? tengo hambre.
  —dijo que iría a comprar comida, ahorita viene.
  —Deberíamos ir a la guarida para que cuando llegue, nos encuentre ahí con los estómagos vacíos, incluso puedo ver como me tiembla la panza— dijo Alex antes de levantar un poco su camisa para que sus amigos vieran que decía la verdad. Realmente se podía ver como temblaba su panza. Como si una gota de agua hubiera caído en ella varias veces. Tal vez era por el hecho de que Alex controlaba el agua.
  —Se los dije.
  —Bueno, una de las cosas que necesita un buen súper héroe es energía, así que no te impediré que vayas, es mas, iré contigo, me acabo de dar cuenta que también tengo hambre— dijo Christopher mientras se frotaba la barriga un poco. Al final, todos quisieron ir a comer con Alex, así que sin más que hablar. Se encaminaron nuevamente a la guarida. Caminaron y caminaron por unos minutos entre los árboles y sobre el pequeño camino de tierra un poco apresurados por que tenían mucha hambre. Hasta que se toparon con el Dr. Marco justo a mitad del camino.
  —¿Donde estaban? los estuve buscando por todas partes.
  —Estábamos entrenando, desde la mañana habíamos pensado en hacerlo, queríamos probar nuestros nuevos poderes. encontré un campo donde podemos entrenar sin que un árbol caiga— le explico Christopher.
  —¿Entrenaron sin mi? ¡yo quería verlos! Todavía que los traigo aquí, me hacen gastar mi dinero en un montón de comida, no los encuentro en donde deberían estar, me hacen buscarlos por un bosque aparente mente seguro, y ahora, ¡no me dejan ni verlos sudar!, no puedo creerlo.
  —Lo siento doctor, si quiere le podemos hacer una demostración después de comer, si quiere— le propuso Alex.
  —Bien... de todas maneras yo también tengo hambre, y son necesarias las calorías en la vida de unos súper atletas como los que tengo en frente, así que, dejemos de hablar y vayamos a la cueva que me muero de hambre.
  Después de caminar otro rato, llegaron a la entrada de la guarida. El Dr. Marco puso dos mesas desplegables y sillas. y sobre las mesas había un kilo de roja y deliciosa carne al pastor junto con un buen Jarrito sabor a piña. Y también había unas cajas de cartón, seguramente con cosas adentro.
  —¿Que traen esas cajas?— pregunto Adán al doctor mientras se empezaba a hacer tacos con un par de tortillas y carne.
  —Microscopios, agujas, tubos de ensayo, una cámara centrifuga que tome prestada del laboratorio del hospital...— el doctor se asomo por las cajas para recordar que más trajo. Y dos computadoras. También aproveche y traje comics de mi casa por si se llegan a aburrir un poco. Los ayudara a tener ideas y experiencia sobre este asunto de ser súper héroe.
  —¿en serio, dónde están?— pregunto Janed con entusiasmo.
  —En la caja de ahí— señalo con el dedo. Janed fue corriendo a revisar la caja. 
  —Pero solo son unos pocos, no tengo mucho tiempo de descanso en el trabajo— le dijo el doctor a Jennifer
  —¿Acaso esta bromeando? ¡jamás e visto tantos comics en mi vida!— le respondió sin quitar los ojos de la caja llena de comics de todo tipo de súper héroes. Como Marco tenía cosas que investigar, comenzó a sacar las cosas de la otra caja.
  Mientras tanto, los chicos se sumergían en la carne al pastor y el refresco, y Janed en los cómics. Los chicos se acercaron un poco con su plato de tacos para echar un vistazo a la caja. Marco tenía de todo: Linterna verde, Super Man, Bat Man, Iron Man, X MEN, Thor, Hulk, Ojo de halcón, etc. Pero había algunos que Janed, no reconocía para nada. Normalmente, los que no reconocía, eran súper héroes vestidos de formas extrañas y de diferentes colores de ropa y piel, incluso morados. Algunos muy feos, otros geniales, de cabello corto, largo, pequeños, grandes, etc. De igual forma, no le llamaban mucho la atención a Janed, ya que no los conocía.
  Después de minar completamente, la caja de comics un rato, Janed vio algo que le llamo la atención, era un cómic de los cuatro fantásticos. Janed lo tomo y vio al grupo de súper héroes. Lo que le llamo la atención de Los cuarto fantásticos fue que se parecían mucho a ella y a los demás.
  —Oigan miren— dijo Janed para que se acercaran a ver.
  —¿Qué?— dijeron los muchachos con la boca llena.
  —Se parecen algo a nosotros— dijo Janed después de voltear el cómic para que los chicos lo pudieran ver.
  —¿En donde nos parecemos?— pregunto Adán antes de tomar un trago de refresco.
  —Yo, me parezco a la antorcha humana, Adán se parece a la mujer invisible, el hombre elástico y el hombre elástico se parece, bueno, más o menos a Alex, y Chri...— Alex trago rápidamente el bocado que le había dado a su taco y interrumpió a la muchacha.
  —Creo que ya sabemos quien es la mole, jeje— se rió Alex. Los tres miraron a Christopher.
  —que quede claro que solo nos parecemos
  Los chicos comenzaron a reírse a carcajadas.
  —Bien, jeje, vamos a ver que hay aquí— dijo Janed mientras abría el cómic, poco a poco, fue pasando hoja por hoja.
  Vaya, tal vez pueda intentarlo.
  —¿Que?— Janed no le respondió a Christopher. En cambio, se dio la vuelta y salio de la guarida caminando, y se preparo para hacer lo que había visto en el libro.
  —Esta bien, esta bien, puedo hacerlo... un momento... no, mejor no, se me podría quemar la ropa, y eso no va a estar muy bonito. Lo haré luego.
  Janed volvió a la guarida, los chicos vieron confusos a la chica.
  —¿Que ibas a hacer?— pregunto Adán mientras la acusaba con su penetrante mirada. Pero Janed ni se molesto a voltear para verle la cara
  —No les diré. Cuando pueda hacerlo lo verán, sera como una sorpresa— le respondió mientras se acomodaba en una de las sillas que trajo el doctor.
  —Bueno— dijo Adán un poco más tranquilo.

Después de que el Dr. Marco sacara todas las cosas en lo que los chicos comían y leían los cómics. El doctor estuvo listo para verlos en acción. 
  —Bien, ya termine, ahora puedo ver como entrenan.
  —Hasta que termina doc, estos cómics nos empezaban a aburrir— le dijo Alexander.
  El grupo de pre-superheroes y el doctor comenzó a guiar su paso al área para entrenar. De repente, Christopher comenzó a sentir algo.
  —¡Alto!— ordeno para que se callaran y pudiera sentir el suelo. Sentía pasos... pero no eran de ellos, ellos estaban quietos... pero los que sentía, al parecer estaban corriendo.
  —¿Christopher...?
  —shh...—susurro muy levemente mientras se ponía el dedo en medio de los labios.
  Los pasos comenzaban a acercarse más y más.
  Adán también sintió algo, pero no eran las respiraciones de sus amigos, eran de otras personas, eran agitadas y era imposible no verlas. Respiraciones nerviosas y agitadas, escondidas entre los arboles. Adán comenzó a ponerse también nervioso.
  Janed y Alex también comenzaron también a sentir la presencia de personas mediante el calor y la humedad de sus cuerpos.
  Primero estaban por la derecha, luego por la izquierda, y de un momento a otro, estaban por todas partes, cada vez más y más cerca.
  El doctor estaba completamente confundido de por que los muchachos estaban tan nerviosos y mirando a todas partes.
  —Alguien me podría decir que esta sucediendo aquí?— susurro el doctor bajando un poco la cabeza hasta la altura de los muchachos...
  —No estamos solos— le respondió Alex

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